Puede mantener el equilibrio sobre un solo pie por más tiempo que el niño de 3 años. Sus partes corporales ya no reaccionan tan conjuntamente, sino que ya se observa una individualización, por lo tanto, sus articulaciones parecen más móviles.
Puede subir escaleras con pasos alternados y lentos, utiliza los brazos para el equilibrio. Al trepar, supera los obstáculos a la altura del estómago, lentamente y con control visual de la acción.
No tiene dificultades para vestirse solo, se abotona la ropa y acordona sus zapatos; puede desvestirse rápidamente. Sus ademanes son más refinados y precisos. Puede permanecer toda la comida sin levantarse, va solo al baño, pero necesita comunicar adónde va, y qué va a hacer.
Sus hábitos de salud, orden e higiene mejoran considerablemente, puede sonarse la nariz, utiliza los cubiertos, duerme menos horas por día, comienza a bañarse solo, se lava y seca sus manos, cepilla sus dientes y ya quiere elegir su ropa.
Aún no está totalmente maduro en lo que respecta a la prevención de accidentes, hay que advertirle bastante.
Aspecto Emocional y Social
Imita las conductas de otros, que parecen brotar de él mismo; hay un contagio afectivo, es decir, que el niño puede toser cuando tose un mayor o reírse cuando escucha una risa
Se vuelve más cariñoso y solidario; es más afectuoso a la hora de dormir, pero es agresivo físicamente. Ya no le atraen los juegos solitarios, juega en pequeños grupos, de 2 o 3 niños, los juegos son más cooperativos; comienza a compartir sus juguetes, pero espera recibir más que dar. Sugiere turnos para jugar, pero no sigue un orden. Puede permanecer más tiempo en una actividad que le interesa, trata de terminarla y de recibir la aprobación.
Le gusta el juego dramático, el mismo es simbólico y ya no es tan paralelo, porque le gusta el contacto con los demás. Cuando asume un rol, trata de representarlo utilizando lo que sabe del mismo, no mantiene su mismo papel por mucho tiempo. Comprende las consignas dadas por el grupo, pero le cuesta cumplirlas, cuando se equivoca, reconoce el error, aunque fácilmente vuelve a caer en situaciones similares.
Gran parte de sus miedos y temores (a los ruidos, animales, oscuridad, hechos misteriosos: por la animización de objetos) se deben a su imaginación que juega un papel importante. Se interesa por la muerte, pero tiene un concepto muy vago de la misma, y sabe que es parte de la misma.
Se agrupa por una intensa demanda de relación social, que se expresa de un modo torpe, inestable y a veces, hostil. Más condiciones de estabilidad en el mantenimiento de los grupos. Algunos asumen el papel de pequeños líderes, otros, el papel de sometidos y seguidores del grupo, también están los marginados. Tendencia a elegir un compañero. Está superando la dependencia social, entonces disminuye la tendencia a la sonrisa comunicativa.
Realiza las tareas indicadas con más cuidado, efectúa más comentarios sin que nadie se lo pida. Le interesa dar pretextos, que poseen una intención social.
Tiene conciencia de actitudes y opiniones de los demás; se autocritica y autoestima, empieza a tomar sus propias decisiones, rechazando presiones o ayudas adultas, por lo que se le puede ofrecer elegir actividades.
Son los “adolescentes” del jardín. Sumamente críticos en sus manifestaciones y comentarios sobre las cosas o acciones que observan.
Surgen los sentimientos de envidia, competencia, agresión, porque ya reconoce que hay otras personas. Su moral es heterónoma, obligación del deber y la obediencia, acepta la norma por respeto a quién se la da, por sentimientos de amor, temor, admiración y seguridad. Acepta una justicia retributiva (castiga la falta en proporción a su gravedad). No tiene responsabilidad colectiva, porque su egocentrismo no le permite crear un sentimiento de grupo, y porque el pensamiento infantil es indeciso al considerar sanciones colectivas. Su responsabilidad es objetiva: otra le dice lo que está bien y lo que está mal. Se encuentra en la etapa fálica (3-5 años, onanismo infantil); permanece en el “Complejo de Edipo”.
Es sensible, le gusta el ritmo y la música. Es necesario brindarle un ambiente cálido y seguro para contrarrestar los desniveles emocionales que lo conducen a esos grandes temores.
Aspecto Intelectual
Este es el período de la locuacidad, emplea frases relativamente complejas, pero éstas no llevan más de una preposición; su lenguaje es egocéntrico (no intercambia ideas, monólogo colectivo). El lenguaje florece y fluye abundante, convirtiendo al niño en un pequeño parlanchín; aborda cualquier tema, pregunta continuamente (sin interesarse mucho por la respuesta) con tal de dialogar, ser aceptado socialmente y para llamar la atención. Todavía articula de una manera algo infantil. Tiene la necesidad de descubrir el mundo en el que está inmerso, para poder dominarlo, por lo que interroga a los adultos sin cesar, sobre lo que vé e imagina. Puede comunicar sus deseos y necesidades utilizando palabras, pero si es necesario llora o se ríe, grita, tiene rabietas y pataleos.
Le gustan las palabras nuevas, el absurdo, lo imposible, los desatinos. Le gusta escucharse a sí mismo, y experimentar con las palabras. En sus comentarios utiliza expresiones de adultos. No le gusta repetir algo que ya dijo. Su espontaneidad y originalidad, hace que a veces, confunda la realidad con la fantasía; ante la ignorancia de muchas cosas, fabula.
Su pensamiento se adapta progresivamente a la realidad. Sale del pensamiento simbólico (2-4 años) y entra en el intuitivo (el juicio es controlado por la intuición). Comienza a representarse la realidad, a tener una imagen mental del objeto, tal como lo percibe.
Su pensamiento aún es pre lógico (no establece ciertas relaciones), evalúa la cantidad por el espacio ocupado, sin establecer relaciones de correspondencia entre objetos de una serie, porque su intuición está dominada a su percepción (es global, capta las grandes líneas de un objeto). Su pensamiento también es irreversible (no puede andar y desandar un camino mentalmente, incapacidad de análisis y síntesis; por lo tanto no puede representar un trayecto realizado con objetos tridimensionales o en un plano).
Está en la etapa de la duda: no afirma. Su atención se centra en un solo aspecto, y por su poca flexibilidad en el pensamiento, no se dá totalmente cuenta de las transformaciones.
Puede reconstruir el pasado, evocando en ausencia de los objetos, y anticipar actos futuros, estos dos momentos son próximos al presente. Su concepto numérico, consta de “1, 2, muchos”, puede contar hasta más de 4, pero de memoria.
La motricidad fina es mucho mayor, la prensión del lápiz la realiza con 3 dedos, la escritura es pequeña y apretada, para escribir acomoda el lápiz con la otra mano. Dibuja mejor el círculo, copia una cruz, tiene dificultades para trazar líneas oblicuas.
Con una demostración previa, puede doblar 3 veces una hoja de papel, haciendo un pliegue oblicuo la última vez. Dibuja, modela, pinta y cuenta lo que ha hecho. La figura humana ya se reconoce, todavía es incompleta.
Si llegó a la etapa de asignar nombres a sus trabajos, o ha introducido un material nuevo en su tarea, podrá mantenerse interesarse durante 20 o 30 minutos.
Hace formas reconocibles, aunque resulte un poco difícil decidirse sobre qué representan. La figura humana, se dibuja típicamente con un círculo por cabeza y dos líneas verticales, que representan las piernas (Renacuajo). Existe poca relación entre el color elegido para pintar un objeto y el objeto representado: un hombre puede ser rojo, azul o verde, según como haya impresionado el color al niño.
En la representación del espacio, los objetos tienden a estar en un orden caprichoso. En realidad, esto demuestra que el niño concibe el espacio como aquello que lo rodea: los objetos aparecerán arriba, abajo o junto a otro, en la forma en que el niño los comprende. |